La ciencia y la fe no son opuestas, se complementan. La ciencia me ha enseñado a cuidar mi cuerpo y mente, pero la fe me ha dado la fuerza para superar momentos de crisis emocional. Los rituales esotéricos me ayudan a mantener esa esperanza y a creer que lo imposible puede hacerse realidad. Es una forma de equilibrar ambos mundos.