Chakras
El chakra del tercer ojo, entre las cejas, es de color índigo. Se relaciona con la intuición, la visión interna. Cuando está bloqueado puedes tener dolores de cabeza o confusión. Yo lo activo con meditación y la postura del niño.
El chakra corona está en la coronilla y su color es violeta o blanco. Es la conexión con lo divino, la conciencia. Cuando lo trabajas sientes paz profunda. Una postura que lo armoniza es Savasana, al final de la práctica de yoga.
A mí me ayudó mucho saber que los chakras se mencionan en textos védicos de hace miles de años. La tradición viene de la India, y fueron los yoguis quienes profundizaron en ellos. No es moda, es sabiduría ancestral.
Cada chakra se asocia también con glándulas del sistema endocrino. Por ejemplo, el raíz con las suprarrenales, el garganta con la tiroides, el corona con la pineal. Esto explica por qué su equilibrio afecta tanto la salud física.
Cuando me duele la espalda baja, sé que es el chakra raíz. Si me duele el pecho, es el del corazón. Aprendí a leer mi cuerpo como un mapa de mis emociones gracias a los chakras.
El color de cada chakra tiene su función vibracional. Rojo activa, naranja fluye, amarillo empodera, verde sana, azul comunica, índigo despierta y violeta conecta. Visualizar cada color en meditación ayuda muchísimo.
Uso afirmaciones para cada uno:
– Raíz: “Estoy a salvo”
– Sacro: “Acepto el placer”
– Plexo: “Soy poderosa”
– Corazón: “Me amo”
– Garganta: “Expreso mi verdad”
– Tercer ojo: “Confío en mi intuición”
– Corona: “Estoy conectada con la fuente”
He comprobado que cuando un chakra está bloqueado, no solo hay síntomas físicos, también bloqueos externos: relaciones que no avanzan, falta de dinero, ansiedad sin causa. La energía no miente.
Yo uso cristales para armonizarlos: hematita para el raíz, cornalina para el sacro, citrino para el plexo, cuarzo rosa para el corazón, lapislázuli para la garganta, amatista para el tercer ojo y selenita para el corona. Me ha cambiado la vida.
Hacer una alineación de chakras no es esotérico ni complicado. A veces, con música, meditación guiada y respiración consciente, ya notas el cambio. El cuerpo te lo agradece al instante.