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La envidia y las maldiciones

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Sentía un peso constante en la espalda y dolores sin causa médica. Mariela me explicó que era producto de un mal de ojo acumulado. Después de su trabajo espiritual, el dolor desapareció y mi cuerpo se siente más liviano.

Mis metas siempre parecían estar a punto de cumplirse, pero algo fallaba al final. Mariela me ayudó a identificar bloqueos por envidia muy antigua. Con su ayuda, pude romper ese ciclo y empezar a cumplir mis objetivos.

Había perdido la motivación y todo me parecía una carga. Mariela me enseñó a protegerme de las malas energías con rituales sencillos pero poderosos. Volví a sentirme inspirado y con ganas de vivir.

Desde que me fue bien en un proyecto, sentía miradas pesadas y comentarios malintencionados. Mariela hizo un trabajo de limpieza y protección, y todo cambió. Ahora sigo creciendo sin cargas ajenas.

Después de recibir una herencia, mi vida se volvió un caos inexplicable. Mariela Gauna me explicó que estaba rodeado de envidia muy densa. Su limpieza energética me ayudó a recuperar la calma y a proteger lo que es mío.

Empecé a tener miedo de salir de casa sin razón. Mariela identificó una carga psíquica de envidia que se me había pegado. Después de su intervención, recuperé mi confianza y volví a moverme con libertad.

Mis rituales personales habían dejado de funcionar y me sentía desconectado. Mariela me dijo que alguien me estaba drenando con envidia. Con su guía, limpié mi campo energético y volví a sentirme conectado con mi espiritualidad.

Tuve una entrevista muy importante que parecía ir perfecta, pero no me llamaron. Mariela me explicó que fue interferencia energética por mal de ojo. Hicimos un ritual de desbloqueo y la siguiente oportunidad sí se concretó.

Soñaba todas las noches con personas que ya no estaban en mi vida. Mariela dijo que eran lazos energéticos activados por envidia. Con su trabajo, los sueños cesaron y recuperé el control sobre mi mente y mi descanso.

Cada vez que hablaba de mis planes, algo se arruinaba. Mariela me explicó que debía proteger mis palabras de la envidia ajena. Con su orientación y un pequeño amuleto que preparó, comencé a lograr todo en silencio… y con éxito.

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