Tengo mucho miedo de caer en otra estafa!!! AYUDA
Cita de Andrés..CY en abril 25, 2025, 12:47 amEstuvimos tres años juntos. Todo parecía ir bien hasta que ella cambió. Se volvió más fría, más distante, como si algo dentro de ella se hubiera apagado de repente. Yo trataba de acercarme, de hablar, de entenderla… pero ella solo se cerraba. Un día me dijo que necesitaba tiempo, espacio, que no estaba segura de lo que sentía. Me quedé helado. Nunca imaginé que la persona con la que planeaba vivir, casarme, compartir todo… se me iría así.
Pasaron tres meses sin noticias. Intenté de todo: mensajes, llamadas, aparecer casualmente por su barrio, hablar con sus amigas. Nada. Un día me enteré que estaba saliendo con un chico que conocía del gimnasio. Me hundí. Toqué fondo. No me reconocía ni en el espejo. Lloraba, me levantaba sin ganas, me dolía físicamente el pecho. Empecé a buscar ayuda, desesperado. Hasta que un chico en un foro habló de Mariela Gauna. No la conocía. Busqué su nombre, me apareció un vídeo. Lo vi una, dos, tres veces. Le escribí.
Desde el primer contacto sentí algo diferente. Me explicaron todo, me pidieron datos, y a los días Mariela me mandó un audio. Me analizó el caso con una precisión que me dejó en shock. Sabía cómo era ella, cómo era yo, qué había pasado. Me dijo que aún había sentimientos, pero que estaban enterrados en confusión, orgullo y presión externa. Me dijo que era trabajable, pero que requería compromiso y fe. Le dije que sí. Lo hice.
Durante semanas noté pequeños cambios. Me sentía más sereno. Empezaba a recordarla sin dolor. Ella veía mis historias, le llegaban cosas mías por gente en común. A los 40 días exactos me escribió. Me dijo que había estado soñando conmigo. Que se sentía rara. Que necesitaba verme. Nos vimos. Fue raro, intenso, doloroso. Pero también real. Nos abrazamos. Lloramos. Y desde entonces empezamos de nuevo. Hoy estamos juntos. Y yo jamás dejaré de agradecerle a Mariela por haberme devuelto el amor… y a mí mismo.
Estuvimos tres años juntos. Todo parecía ir bien hasta que ella cambió. Se volvió más fría, más distante, como si algo dentro de ella se hubiera apagado de repente. Yo trataba de acercarme, de hablar, de entenderla… pero ella solo se cerraba. Un día me dijo que necesitaba tiempo, espacio, que no estaba segura de lo que sentía. Me quedé helado. Nunca imaginé que la persona con la que planeaba vivir, casarme, compartir todo… se me iría así.
Pasaron tres meses sin noticias. Intenté de todo: mensajes, llamadas, aparecer casualmente por su barrio, hablar con sus amigas. Nada. Un día me enteré que estaba saliendo con un chico que conocía del gimnasio. Me hundí. Toqué fondo. No me reconocía ni en el espejo. Lloraba, me levantaba sin ganas, me dolía físicamente el pecho. Empecé a buscar ayuda, desesperado. Hasta que un chico en un foro habló de Mariela Gauna. No la conocía. Busqué su nombre, me apareció un vídeo. Lo vi una, dos, tres veces. Le escribí.
Desde el primer contacto sentí algo diferente. Me explicaron todo, me pidieron datos, y a los días Mariela me mandó un audio. Me analizó el caso con una precisión que me dejó en shock. Sabía cómo era ella, cómo era yo, qué había pasado. Me dijo que aún había sentimientos, pero que estaban enterrados en confusión, orgullo y presión externa. Me dijo que era trabajable, pero que requería compromiso y fe. Le dije que sí. Lo hice.
Durante semanas noté pequeños cambios. Me sentía más sereno. Empezaba a recordarla sin dolor. Ella veía mis historias, le llegaban cosas mías por gente en común. A los 40 días exactos me escribió. Me dijo que había estado soñando conmigo. Que se sentía rara. Que necesitaba verme. Nos vimos. Fue raro, intenso, doloroso. Pero también real. Nos abrazamos. Lloramos. Y desde entonces empezamos de nuevo. Hoy estamos juntos. Y yo jamás dejaré de agradecerle a Mariela por haberme devuelto el amor… y a mí mismo.
Cita de Argentina..VH en abril 25, 2025, 12:47 amMi historia es complicada porque yo no viví una ruptura con una pareja formal. Fue una conexión intensa, breve, pero poderosa. Nos conocimos en un viaje, estuvimos juntos tres semanas, y fue como si el tiempo se detuviera. Él volvió a su país y prometió que mantendríamos el contacto, que volvería a verme. Pero con el paso de los meses, se fue apagando. Ya no me escribía igual, ya no me llamaba. Sentía que lo estaba perdiendo.
Intenté no obsesionarme, pero era como si una parte de mí supiera que esto no era un capricho. Yo lo sentía como un vínculo de almas. Nadie me creía. Todos me decían que había sido una aventura. Pero yo no podía soltarlo. Me costaba concentrarme, trabajar, dormir. Entonces, un día, encontré una publicación en una red social que hablaba de Mariela Gauna. Entré sin mucha fe. Pero cuando vi que respondía con su voz, con cercanía, sin prometer milagros, me animé.
Le escribí. Me contestaron, me pidieron mis datos, y a los días recibí su audio. Fue como si me estuviera leyendo el alma. Me dijo que ese vínculo era real, pero que él tenía muchas barreras emocionales. Me explicó que podía trabajar desde la energía para reconectar sin invadir. Y acepté.
No fue inmediato, pero pasaron cosas muy fuertes. Él empezó a escribir con más frecuencia, a compartir canciones, recuerdos. Un día me escribió que soñó conmigo en la misma playa donde nos conocimos. Y luego, sin esperarlo, me dijo que había comprado un pasaje. Hoy lo tengo a mi lado. Estamos construyendo algo nuevo, con distancia, pero con presencia emocional. Gracias, Mariela. No tengo palabras.
Mi historia es complicada porque yo no viví una ruptura con una pareja formal. Fue una conexión intensa, breve, pero poderosa. Nos conocimos en un viaje, estuvimos juntos tres semanas, y fue como si el tiempo se detuviera. Él volvió a su país y prometió que mantendríamos el contacto, que volvería a verme. Pero con el paso de los meses, se fue apagando. Ya no me escribía igual, ya no me llamaba. Sentía que lo estaba perdiendo.
Intenté no obsesionarme, pero era como si una parte de mí supiera que esto no era un capricho. Yo lo sentía como un vínculo de almas. Nadie me creía. Todos me decían que había sido una aventura. Pero yo no podía soltarlo. Me costaba concentrarme, trabajar, dormir. Entonces, un día, encontré una publicación en una red social que hablaba de Mariela Gauna. Entré sin mucha fe. Pero cuando vi que respondía con su voz, con cercanía, sin prometer milagros, me animé.
Le escribí. Me contestaron, me pidieron mis datos, y a los días recibí su audio. Fue como si me estuviera leyendo el alma. Me dijo que ese vínculo era real, pero que él tenía muchas barreras emocionales. Me explicó que podía trabajar desde la energía para reconectar sin invadir. Y acepté.
No fue inmediato, pero pasaron cosas muy fuertes. Él empezó a escribir con más frecuencia, a compartir canciones, recuerdos. Un día me escribió que soñó conmigo en la misma playa donde nos conocimos. Y luego, sin esperarlo, me dijo que había comprado un pasaje. Hoy lo tengo a mi lado. Estamos construyendo algo nuevo, con distancia, pero con presencia emocional. Gracias, Mariela. No tengo palabras.
Cita de Azul..EN en abril 25, 2025, 12:48 amLo conocí en la universidad. Fuimos pareja durante casi toda la carrera. Era mi primer amor real. Tuvimos momentos preciosos, pero también inmadurez, celos, peleas tontas. Terminamos una vez, volvimos. Y después de seis años, cuando parecía que todo se acomodaba… me dejó. Me dijo que estaba perdido, que necesitaba vivir otras cosas, que sentía que se había quedado “atascado” en mí. Me rompió el alma.
No supe qué hacer. Me refugié en los estudios, en el trabajo, en los amigos. Pero por dentro, seguía rota. El tiempo pasaba y yo no podía olvidarlo. Veía sus fotos, sabía que estaba con otra chica, y cada vez que lo veía se me cerraba el estómago. Lo soñaba, lo sentía. Y entonces supe que tenía que hacer algo más. No podía quedarme con los brazos cruzados.
Una amiga me habló de Mariela Gauna. Le había funcionado con su ex. Me dio confianza. Le escribí. Me respondió su equipo, me explicaron todo. Luego llegó el vídeo, el audio… y lloré. Me habló como si estuviera dentro de mi historia. Me dijo que aún había vínculo, pero muchas heridas. Que había que trabajar con cuidado. Y así fue.
Fue un proceso de meses. No fue de un día para otro. Pero un día, él volvió a escribir. Me dijo que me soñaba, que no entendía cómo había podido irse así. Empezamos a vernos. Con miedo, con inseguridad, pero con amor. Hoy estamos otra vez juntos, con otros ojos. Todo lo que no entendimos antes, ahora lo hablamos. Y yo sé que sin Mariela, esto no habría sido posible.
Lo conocí en la universidad. Fuimos pareja durante casi toda la carrera. Era mi primer amor real. Tuvimos momentos preciosos, pero también inmadurez, celos, peleas tontas. Terminamos una vez, volvimos. Y después de seis años, cuando parecía que todo se acomodaba… me dejó. Me dijo que estaba perdido, que necesitaba vivir otras cosas, que sentía que se había quedado “atascado” en mí. Me rompió el alma.
No supe qué hacer. Me refugié en los estudios, en el trabajo, en los amigos. Pero por dentro, seguía rota. El tiempo pasaba y yo no podía olvidarlo. Veía sus fotos, sabía que estaba con otra chica, y cada vez que lo veía se me cerraba el estómago. Lo soñaba, lo sentía. Y entonces supe que tenía que hacer algo más. No podía quedarme con los brazos cruzados.
Una amiga me habló de Mariela Gauna. Le había funcionado con su ex. Me dio confianza. Le escribí. Me respondió su equipo, me explicaron todo. Luego llegó el vídeo, el audio… y lloré. Me habló como si estuviera dentro de mi historia. Me dijo que aún había vínculo, pero muchas heridas. Que había que trabajar con cuidado. Y así fue.
Fue un proceso de meses. No fue de un día para otro. Pero un día, él volvió a escribir. Me dijo que me soñaba, que no entendía cómo había podido irse así. Empezamos a vernos. Con miedo, con inseguridad, pero con amor. Hoy estamos otra vez juntos, con otros ojos. Todo lo que no entendimos antes, ahora lo hablamos. Y yo sé que sin Mariela, esto no habría sido posible.
Cita de Belén..SJ en abril 25, 2025, 12:48 amEstuvimos nueve años juntos. Desde los veintipico. Compartimos todo: mudanzas, trabajos, amigos, familia… hasta teníamos un perro como hijo. Yo estaba segura de que él era el amor de mi vida. Hasta que una noche me confesó que había estado con otra. Me lo dijo sin mirarme a los ojos. Que había pasado algo, que no sabía cómo gestionarlo, que no quería hacerme daño. Me quedé sin habla. Me paralicé. Sentí que me arrancaban la piel. Se fue de casa a los tres días. Me dejó sola, con todo lo que habíamos construido.
Pasé semanas enteras en modo zombi. No podía dormir. Me levantaba a revisar sus redes. Lo veía sonriendo, con ella. En lugares que habíamos ido juntos. Se me revolvía el estómago. Me obsesioné buscando respuestas. Nadie me calmaba. Hasta que encontré un post de Mariela Gauna. Leí cada palabra con ansiedad. Me metí en su canal, vi todos sus vídeos. Le escribí.
Me respondió rápido. Me habló su equipo, muy respetuosos. Me pidieron mis datos y luego recibí su análisis. Me habló con una claridad brutal. Me dijo que aún había amor, pero también confusión, karma emocional, y mucha presión externa. Me dijo que podíamos trabajar, pero que iba a ser un proceso. Y así fue.
A las pocas semanas, él empezó a escribirme. Primero mensajes fríos. Luego audios largos. Me dijo que no podía dejar de pensar en mí. Que lo que tenía con la otra era un parche. Que se sentía vacío. Volvió. Lloró. Se arrodilló. Me pidió perdón como nunca nadie me lo pidió. Hoy vivimos juntos otra vez. Más sanos. Más conscientes. No olvido lo que pasó. Pero tampoco olvido quién me ayudó a reconstruir lo que parecía muerto: Mariela.
Estuvimos nueve años juntos. Desde los veintipico. Compartimos todo: mudanzas, trabajos, amigos, familia… hasta teníamos un perro como hijo. Yo estaba segura de que él era el amor de mi vida. Hasta que una noche me confesó que había estado con otra. Me lo dijo sin mirarme a los ojos. Que había pasado algo, que no sabía cómo gestionarlo, que no quería hacerme daño. Me quedé sin habla. Me paralicé. Sentí que me arrancaban la piel. Se fue de casa a los tres días. Me dejó sola, con todo lo que habíamos construido.
Pasé semanas enteras en modo zombi. No podía dormir. Me levantaba a revisar sus redes. Lo veía sonriendo, con ella. En lugares que habíamos ido juntos. Se me revolvía el estómago. Me obsesioné buscando respuestas. Nadie me calmaba. Hasta que encontré un post de Mariela Gauna. Leí cada palabra con ansiedad. Me metí en su canal, vi todos sus vídeos. Le escribí.
Me respondió rápido. Me habló su equipo, muy respetuosos. Me pidieron mis datos y luego recibí su análisis. Me habló con una claridad brutal. Me dijo que aún había amor, pero también confusión, karma emocional, y mucha presión externa. Me dijo que podíamos trabajar, pero que iba a ser un proceso. Y así fue.
A las pocas semanas, él empezó a escribirme. Primero mensajes fríos. Luego audios largos. Me dijo que no podía dejar de pensar en mí. Que lo que tenía con la otra era un parche. Que se sentía vacío. Volvió. Lloró. Se arrodilló. Me pidió perdón como nunca nadie me lo pidió. Hoy vivimos juntos otra vez. Más sanos. Más conscientes. No olvido lo que pasó. Pero tampoco olvido quién me ayudó a reconstruir lo que parecía muerto: Mariela.
Cita de Buenos Aires..XU en abril 25, 2025, 12:49 amYo tenía una relación a distancia con un chico de Italia. Nos conocimos por redes y estuvimos más de un año hablando, viéndonos por videollamada, compartiendo todo. Hasta que un día, él me dijo que estaba conociendo a alguien más, en persona. Que lo nuestro era hermoso, pero que no era suficiente. Me sentí reemplazado, insignificante, como si todo lo que habíamos vivido no hubiese valido nada.
Me encerré. No quería salir. No quería hablar. Perdí peso, me obsesioné. Me metí en foros, buscaba respuestas. Y ahí encontré el nombre de Mariela Gauna. Al principio dudé. Pensé que sería otra estafa. Pero algo en mí me empujó a escribirle.
Desde el primer mensaje me sentí escuchado. No juzgado. Me explicó todo, me pidió datos, me habló con su voz. Cuando me analizó, me dijo que esa persona no estaba del todo clara emocionalmente, que me seguía sintiendo, pero que estaba intentando escapar de sí mismo. Me ofreció acompañarme, sin presionar. Y acepté.
Pasaron semanas en silencio. Luego él me escribió. Primero con nostalgia. Luego con deseo. Me dijo que me extrañaba, que había estado pensando en mí sin parar. Me pidió que lo perdonara. Me dijo que lo nuestro era único. Hoy estamos retomando lo nuestro. Más reales. Más valientes. Y yo no tengo forma de agradecer a Mariela lo que ha hecho. Fue más que un trabajo. Fue una guía para el alma.
Yo tenía una relación a distancia con un chico de Italia. Nos conocimos por redes y estuvimos más de un año hablando, viéndonos por videollamada, compartiendo todo. Hasta que un día, él me dijo que estaba conociendo a alguien más, en persona. Que lo nuestro era hermoso, pero que no era suficiente. Me sentí reemplazado, insignificante, como si todo lo que habíamos vivido no hubiese valido nada.
Me encerré. No quería salir. No quería hablar. Perdí peso, me obsesioné. Me metí en foros, buscaba respuestas. Y ahí encontré el nombre de Mariela Gauna. Al principio dudé. Pensé que sería otra estafa. Pero algo en mí me empujó a escribirle.
Desde el primer mensaje me sentí escuchado. No juzgado. Me explicó todo, me pidió datos, me habló con su voz. Cuando me analizó, me dijo que esa persona no estaba del todo clara emocionalmente, que me seguía sintiendo, pero que estaba intentando escapar de sí mismo. Me ofreció acompañarme, sin presionar. Y acepté.
Pasaron semanas en silencio. Luego él me escribió. Primero con nostalgia. Luego con deseo. Me dijo que me extrañaba, que había estado pensando en mí sin parar. Me pidió que lo perdonara. Me dijo que lo nuestro era único. Hoy estamos retomando lo nuestro. Más reales. Más valientes. Y yo no tengo forma de agradecer a Mariela lo que ha hecho. Fue más que un trabajo. Fue una guía para el alma.
Cita de Colombia..FK en abril 25, 2025, 12:50 amEstuve con una chica durante tres años. Era todo lo que yo había soñado: libre, alegre, espontánea. Yo soy de una familia muy tradicional, y ella no encajaba con las expectativas de mis padres. Al principio tratamos de que no influyera, pero con el tiempo la presión fue insoportable. Mis padres no la aceptaban. Ella empezó a sentirse desplazada, humillada. Y un día, sin avisar, me dejó. Me dijo: “No puedo seguir luchando sola”.
Fue como un baldazo de agua helada. Yo sabía que la había perdido no porque ya no me quisiera, sino porque la familia y el miedo nos arruinaron. Me odié por no haberla defendido más. Busqué cómo recuperarla. Pero ella me bloqueó de todo. No quería saber más nada.
Encontré a Mariela Gauna leyendo un testimonio en un foro. Le escribí. Me respondió con muchísima claridad. Me pidió mis datos. A los días me llegó su análisis. Me dijo que el vínculo seguía, pero herido. Que ella se sentía traicionada por mí. Que había que limpiar eso antes de intentar volver. Le dije que haría lo que hiciera falta.
Fue intenso. Pero Mariela me acompañó como si fuera una guía personal. Me ayudó a ordenar mis emociones. A reestructurarme. A entender qué estaba mal en mí, no solo en los demás. A los 40 días, ella me escribió. Me dijo que me soñaba. Que me extrañaba. Que necesitaba tiempo.
Hoy volvimos. Mi familia no ha cambiado mucho, pero yo sí. Ya no les permito entrometerse. Mariela no solo me ayudó a recuperarla. Me ayudó a recuperar mi voz.
Estuve con una chica durante tres años. Era todo lo que yo había soñado: libre, alegre, espontánea. Yo soy de una familia muy tradicional, y ella no encajaba con las expectativas de mis padres. Al principio tratamos de que no influyera, pero con el tiempo la presión fue insoportable. Mis padres no la aceptaban. Ella empezó a sentirse desplazada, humillada. Y un día, sin avisar, me dejó. Me dijo: “No puedo seguir luchando sola”.
Fue como un baldazo de agua helada. Yo sabía que la había perdido no porque ya no me quisiera, sino porque la familia y el miedo nos arruinaron. Me odié por no haberla defendido más. Busqué cómo recuperarla. Pero ella me bloqueó de todo. No quería saber más nada.
Encontré a Mariela Gauna leyendo un testimonio en un foro. Le escribí. Me respondió con muchísima claridad. Me pidió mis datos. A los días me llegó su análisis. Me dijo que el vínculo seguía, pero herido. Que ella se sentía traicionada por mí. Que había que limpiar eso antes de intentar volver. Le dije que haría lo que hiciera falta.
Fue intenso. Pero Mariela me acompañó como si fuera una guía personal. Me ayudó a ordenar mis emociones. A reestructurarme. A entender qué estaba mal en mí, no solo en los demás. A los 40 días, ella me escribió. Me dijo que me soñaba. Que me extrañaba. Que necesitaba tiempo.
Hoy volvimos. Mi familia no ha cambiado mucho, pero yo sí. Ya no les permito entrometerse. Mariela no solo me ayudó a recuperarla. Me ayudó a recuperar mi voz.
Cita de Dolly..QI en abril 25, 2025, 12:50 amHace seis años terminé con la única persona que de verdad me marcó. No fue una relación larga. Duró apenas ocho meses. Pero fue de esas que te dejan cicatrices en el alma. Por circunstancias personales, se tuvo que mudar de país. Prometimos mantenernos en contacto, pero la vida se metió en el medio. El trabajo, las distancias, las dudas. Nos dejamos de hablar.
Durante años soñé con esa persona. Soñaba con su sonrisa, su risa, su forma de abrazarme. Revisaba redes, buscaba fotos antiguas. Pero no me animaba a escribirle. Sentía que me odiaría por haberla soltado. Hasta que un día, sin motivo aparente, me apareció un vídeo de Mariela Gauna. Hablaba de los vínculos de almas que no se olvidan. Sentí que era para mí. Le escribí.
Mariela me respondió con una dulzura que me tocó muy hondo. Me explicó todo. Me pidió mis datos. Me mandó su audio. Me dijo que ese vínculo seguía, pero que había mucha distancia emocional acumulada. Me dijo que podía trabajar sobre eso. Que no estaba perdido. Me emocioné como unx niñx.
Durante el proceso pasaron cosas extrañas: mensajes de números desconocidos, sueños compartidos, sensaciones muy físicas. Hasta que un día, esa persona me escribió. Me dijo que había soñado conmigo tres veces seguidas. Que no sabía por qué, pero necesitaba hablar conmigo.
Llevamos tres meses escribiéndonos todos los días. Y aunque estamos lejos físicamente, sentimos que volvimos a encontrarnos. Y todo, gracias a Mariela.
Hace seis años terminé con la única persona que de verdad me marcó. No fue una relación larga. Duró apenas ocho meses. Pero fue de esas que te dejan cicatrices en el alma. Por circunstancias personales, se tuvo que mudar de país. Prometimos mantenernos en contacto, pero la vida se metió en el medio. El trabajo, las distancias, las dudas. Nos dejamos de hablar.
Durante años soñé con esa persona. Soñaba con su sonrisa, su risa, su forma de abrazarme. Revisaba redes, buscaba fotos antiguas. Pero no me animaba a escribirle. Sentía que me odiaría por haberla soltado. Hasta que un día, sin motivo aparente, me apareció un vídeo de Mariela Gauna. Hablaba de los vínculos de almas que no se olvidan. Sentí que era para mí. Le escribí.
Mariela me respondió con una dulzura que me tocó muy hondo. Me explicó todo. Me pidió mis datos. Me mandó su audio. Me dijo que ese vínculo seguía, pero que había mucha distancia emocional acumulada. Me dijo que podía trabajar sobre eso. Que no estaba perdido. Me emocioné como unx niñx.
Durante el proceso pasaron cosas extrañas: mensajes de números desconocidos, sueños compartidos, sensaciones muy físicas. Hasta que un día, esa persona me escribió. Me dijo que había soñado conmigo tres veces seguidas. Que no sabía por qué, pero necesitaba hablar conmigo.
Llevamos tres meses escribiéndonos todos los días. Y aunque estamos lejos físicamente, sentimos que volvimos a encontrarnos. Y todo, gracias a Mariela.
Cita de España..ZO en abril 25, 2025, 12:51 amEstuve cinco años con un hombre casado. Lo sé, no está bien. Pero lo nuestro nació de forma inesperada. Nunca fue solo deseo. Había conexión, cuidado, emoción real. Pero él siempre tenía una excusa para no dejar a su mujer. Me juraba amor eterno, pero vivía con otra. Me fui desgastando, hasta que un día le dije que no podía más. Me alejé. Lo bloqueé. Y sufrí como nunca en mi vida.
Pensé que lo iba a superar, pero no. Cada día dolía más. Cada canción, cada sitio, cada palabra me recordaba a él. Nadie me entendía. Me juzgaban. Yo misma me juzgaba. Pero sabía que él me amaba. Que solo tenía miedo. Empecé a buscar ayuda. Leí mucho. Hasta que encontré el nombre de Mariela Gauna.
Le escribí. Me sentí escuchada por primera vez. Me analizó. Me dijo que el amor estaba, pero atrapado por la culpa, por lo social, por lo que dirán. Me dijo que se podía trabajar. Que no me prometía que dejaría a su mujer de un día para otro, pero que podía limpiar el camino para que su alma despertara.
Lo hizo. Poco a poco él empezó a buscarme. A decirme que no podía vivir sin mí. A hablar con claridad. Hoy, después de mucho, dejó la otra vida y está conmigo. Estamos reconstruyendo algo nuevo, desde el perdón. Yo solo sé que sin Mariela, jamás habría pasado.
Estuve cinco años con un hombre casado. Lo sé, no está bien. Pero lo nuestro nació de forma inesperada. Nunca fue solo deseo. Había conexión, cuidado, emoción real. Pero él siempre tenía una excusa para no dejar a su mujer. Me juraba amor eterno, pero vivía con otra. Me fui desgastando, hasta que un día le dije que no podía más. Me alejé. Lo bloqueé. Y sufrí como nunca en mi vida.
Pensé que lo iba a superar, pero no. Cada día dolía más. Cada canción, cada sitio, cada palabra me recordaba a él. Nadie me entendía. Me juzgaban. Yo misma me juzgaba. Pero sabía que él me amaba. Que solo tenía miedo. Empecé a buscar ayuda. Leí mucho. Hasta que encontré el nombre de Mariela Gauna.
Le escribí. Me sentí escuchada por primera vez. Me analizó. Me dijo que el amor estaba, pero atrapado por la culpa, por lo social, por lo que dirán. Me dijo que se podía trabajar. Que no me prometía que dejaría a su mujer de un día para otro, pero que podía limpiar el camino para que su alma despertara.
Lo hizo. Poco a poco él empezó a buscarme. A decirme que no podía vivir sin mí. A hablar con claridad. Hoy, después de mucho, dejó la otra vida y está conmigo. Estamos reconstruyendo algo nuevo, desde el perdón. Yo solo sé que sin Mariela, jamás habría pasado.
Cita de Facebook..RL en abril 25, 2025, 12:51 amEstuvimos conviviendo dos años. Y un día, ella dejó de hablarme como antes. Dormíamos juntos pero sentía que estaba a kilómetros. Dejamos de tocarnos, de compartir, de mirarnos. Me partía el alma. Le preguntaba si me seguía queriendo y me decía que sí, pero no lo sentía. Hasta que un día me dijo que ya no estaba segura de nada. Que necesitaba espacio. Se fue. Sin drama. Sin peleas. Solo se fue.
Yo me quedé en esa casa, solo. Con todo lo que ella había dejado. Con su taza, sus perfumes, sus notas. Me costaba respirar. Lloraba en silencio. Nadie me entendía. Nadie veía el vacío.
Me hablaron de Mariela. Alguien del trabajo. No era muy creyente en estas cosas, pero no tenía nada que perder. Le escribí. Me respondió con una amabilidad que me sorprendió. Me analizó. Me dijo que el vínculo estaba apagado, pero no roto. Que podía trabajar en reactivar la energía del amor entre nosotros. Le creí.
A los 20 días ella me escribió. Me dijo que no podía dejar de pensar en mí. Que soñaba que volvíamos. Me pidió hablar. Nos vimos. Lloramos. Y nos abrazamos como si fuera la primera vez. Hoy dormimos juntos de nuevo. Pero más despiertos que nunca. Gracias, Mariela.
Estuvimos conviviendo dos años. Y un día, ella dejó de hablarme como antes. Dormíamos juntos pero sentía que estaba a kilómetros. Dejamos de tocarnos, de compartir, de mirarnos. Me partía el alma. Le preguntaba si me seguía queriendo y me decía que sí, pero no lo sentía. Hasta que un día me dijo que ya no estaba segura de nada. Que necesitaba espacio. Se fue. Sin drama. Sin peleas. Solo se fue.
Yo me quedé en esa casa, solo. Con todo lo que ella había dejado. Con su taza, sus perfumes, sus notas. Me costaba respirar. Lloraba en silencio. Nadie me entendía. Nadie veía el vacío.
Me hablaron de Mariela. Alguien del trabajo. No era muy creyente en estas cosas, pero no tenía nada que perder. Le escribí. Me respondió con una amabilidad que me sorprendió. Me analizó. Me dijo que el vínculo estaba apagado, pero no roto. Que podía trabajar en reactivar la energía del amor entre nosotros. Le creí.
A los 20 días ella me escribió. Me dijo que no podía dejar de pensar en mí. Que soñaba que volvíamos. Me pidió hablar. Nos vimos. Lloramos. Y nos abrazamos como si fuera la primera vez. Hoy dormimos juntos de nuevo. Pero más despiertos que nunca. Gracias, Mariela.
Publicidad


