Mi experiencia con videntes expertos en amarres de amor
Yo estaba rota cuando llegué a Mariela. No solo había perdido a mi pareja, había perdido la fe en mí, en el amor, en todo. Habíamos estado juntos casi cuatro años y de la noche a la mañana se fue con otra. Me bloqueó, me ignoró, y yo me quedé con todo el amor en el pecho sin saber qué hacer. Probé de todo: mensajes, cartas, hablar con amigos… nada funcionaba. Hasta que un día me apareció el nombre de Mariela Gauna en un foro. Leí sobre su amarre de magia blanca pura y decidí intentarlo, aunque fuera por última vez. Me atendió con un cariño que no había sentido nunca, me explicó cómo funcionaba el proceso y me tranquilizó diciéndome que no se forzaba nada. En cuestión de semanas, empecé a sentir paz. Y luego él volvió, primero con dudas, pero volvió. Hoy estamos juntos otra vez. Gracias, Mariela.
Yo tenía mucho miedo de hacer un amarre. Siempre había escuchado cosas negativas, que si el karma, que si el libre albedrío… pero Mariela me lo explicó todo tan claro, con tanto respeto, que decidí confiar. Me dijo que la magia blanca pura no hace daño, no obliga a nadie, solo trabaja sobre la energía que ya existe. Yo estaba muy enamorade, pero mi ex había cortado todo contacto. Habían pasado seis meses sin hablar. Al poco tiempo de iniciar el trabajo, empezó a soñar conmigo, me lo contó después. Dijo que sentía mi presencia, que no podía dejar de pensar en mí. Cuando nos vimos, lloramos. No se puede explicar lo que fue ese reencuentro. Hoy estamos reconstruyendo todo desde el amor. Mariela es un ángel.
Hice el amarre de magia blanca pura con Mariela hace poco más de un año. Fue después de una ruptura muy fea, llena de malentendidos y orgullo. Yo sabía que aún había amor, pero no encontraba la manera de reconectar con el. Lo que me gustó de Mariela fue que desde el principio me habló claro. Me dijo que había energía, pero también mucho dolor, y que eso requería un trabajo limpio, profundo y sin presión. A los 30 días de iniciar el proceso, elempezó a responder mis mensajes. A los 45, me pidió que nos viéramos. Y ahí empezó todo de nuevo, desde otro lugar, con más madurez. El amarre no nos “atrapó”. Nos despertó. Fue el mejor regalo que pude hacernos.
Yo siempre había sido muy racional. Nunca pensé que iba a recurrir a una vidente o a un trabajo energético. Pero cuando se fue sin decirme nada, cuando me bloqueó y se metió con otra, me vi tan hundida que empecé a buscar ayuda por todos lados. Me encontré con un comentario sobre Mariela y su forma de trabajar. Le escribí con miedo, con vergüenza incluso, y me sorprendió lo bien que me atendió. Me mandó su vídeo, me explicó paso a paso lo que haríamos, y empezamos. El proceso fue hermoso. No solo por lo que pasó con él, que volvió a los dos meses, sino por cómo me sentí yo. Empecé a dormir, a reír, a confiar otra vez. La magia blanca pura fue como una sanación, no solo un amarre.
En mi caso, el amor de mi vida me dejó después de una discusión absurda. Estuvimos tres años juntos, y nos queríamos, pero no sabíamos comunicarnos. Cuando se fue, sentí que todo se derrumbaba. Busqué ayuda, pero nadie me convencía… hasta que escuché hablar de Mariela Gauna. Su forma de explicar los amarres de magia blanca pura me pareció muy ética, muy cuidada. Le escribí, me respondió rápido, me pidió mis datos, y me mandó su audio. Fue tan preciso que lloré. A las pocas semanas, mi ex empezó a aparecer de a poco. Primero una reacción, luego un mensaje, y finalmente un café. Hoy estamos otra vez construyendo, pero esta vez con conciencia. Lo que hace Mariela no es brujería barata. Es sanación real.
Después de muchos años de relación, mi pareja me dejó sin más. Decía que no se sentía bien, que estaba confundido. Yo lo amaba con todo mi ser y no podía entender cómo de repente todo se había ido al suelo. Una amiga me recomendó a Mariela y me habló del amarre de magia blanca pura. Yo no tenía ni idea de cómo funcionaban estas cosas, pero decidí confiar. Lo que más me gustó fue que Mariela nunca me presionó. Me explicó todo con calma, me acompañó emocionalmente durante el proceso y me hizo sentir escuchade. El ritual fue potente pero suave. Él volvió. No de golpe, pero volvió. Y volvió queriendo quedarse.
Lo que más me sorprendió fue cómo sentí la energía cambiar. Mariela es como una guía emocional. Me sostuvo en mis días más oscuros. Yo había perdido a mi pareja por celos míos, y sabía que lo había arruinado. Pero aún había amor. Con su amarre de magia blanca pura, logramos limpiar todo eso. Hoy estamos juntos de nuevo, y yo estoy más agradecido que nunca. A veces me quedo mirándola dormir y pienso: todo esto fue gracias a Mariela.
Nunca pensé que escribiría en un foro, pero siento que tengo que agradecer públicamente. Mi relación se rompió por tonterías, por orgullo, por no hablar a tiempo. Pasaron meses de distancia, silencio, bloqueo. Mariela me analizó, me explicó cómo funcionaría el amarre de magia blanca pura y me dio paz. Todo fue muy respetuoso, muy humano. Y los cambios llegaron. Hoy puedo decir que recuperé a la persona que amo, sin forzar nada. Solo despertando lo que siempre estuvo.
No sabía qué esperar cuando empecé. Lo único que quería era volver a tenerla cerca, volver a reírme con ella. Mariela me explicó que los amarres de magia blanca pura no forzaban, solo despertaban lo que ya estaba dormido. Me encantó eso. Y así fue. Ella volvió lentamente, empezó a escribirme, a mostrarse más receptiva. Un día me mandó una foto nuestra y me dijo que me extrañaba. Lloré. Hoy volvimos a estar juntos, con más fuerza que antes. El trabajo fue precioso, limpio, sin oscuridad. Totalmente recomendable.
Él se fue después de una etapa muy difícil en nuestras vidas. Me dejó en medio de una mudanza, sin explicaciones, solo con un “necesito tiempo”. Yo me deshice. Me costaba hasta respirar. Busqué ayuda, encontré a Mariela y me aferré a ella como a un salvavidas. Me explicó que con la magia blanca pura íbamos a trabajar desde el amor, sin maldades. Y eso me dio paz. A los dos meses volvió. Con lágrimas, con palabras que yo pensé que nunca escucharía. Me pidió volver. Y yo dije que sí. Gracias, Mariela. No hay palabras.