Experiencias con Mariela Gauna
Cita de RUFUS.LS en marzo 28, 2025, 12:12 amEstuve casada durante 19 años con el que pensé que era el amor de mi vida. Pasamos por todo juntos: la compra de nuestra casa, la crianza de nuestros dos hijos, enfermedades, peleas, reconciliaciones, momentos increíbles y también crisis duras. Pero a pesar de todo eso, un día llegó del trabajo, se sentó frente a mí, y sin ninguna emoción me dijo: "Ya no siento lo mismo". Así, seco. Como si me arrancaran el alma. Intenté hablar, entender qué pasaba, pero solo repetía que necesitaba "espacio", que ya no era feliz. Me dejó sola. Sin palabras. En cuestión de semanas, se fue de casa, pidió la separación legal y empezó a verse con otra mujer.
Yo estaba completamente rota. Me costaba levantarme de la cama, ver a mis hijos sin llorar, entrar en la habitación vacía. Mi familia me decía que lo dejara ir, que era un cobarde, que no merecía ni una lágrima. Pero ellos no sabían lo que era despertar todos los días con un vacío tan grande que hasta el cuerpo dolía. Luché durante meses con la esperanza de que se arrepintiera solo. Pero pasaron seis meses, y nada. Al contrario, lo veía cada vez más alejado. Una parte mía se rendía, y otra no podía dejar de pensar que aún había algo que salvar.
Un día, en un foro como este, leí sobre Mariela Gauna. No lo tomé en serio al principio. Pensé que era otro engaño, otra ilusión para quienes están desesperadas. Pero al seguir leyendo testimonios, noté que la gente hablaba de ella con una mezcla de respeto, cariño y agradecimiento que me hizo dudar. Entonces, un sábado a la madrugada, sin dormir y llorando en la cocina, le escribí. Le conté mi historia con detalles. Pensé que nunca me respondería.
Pero me respondió. Esa misma tarde. No con frases hechas ni respuestas automáticas. Me respondió con un mensaje de voz, con mi nombre, hablándome como si me conociera de toda la vida. Me dijo que entendía mi dolor, que antes de hacer nada necesitaba estudiar el caso y ver si era viable. Me pidió datos, fechas, nombres. Y me aclaró que ella no le dice que sí a todo el mundo, que solo trabaja si ve que puede ayudar. Me gustó eso. Me hizo confiar.
A los dos días me envió otro mensaje, diciéndome que sí, que ella veía posibilidades reales. Me propuso un amarre de amor, no uno genérico, sino personalizado, solo para mi situación. Me explicó que ella hacía todo, que yo no tenía que prender velas, ni hacer rezos raros, ni andar comprando cosas por ahí. Que lo único que tenía que hacer era seguir en contacto con ella, contarle cómo me sentía, y dejar que ella guiara el proceso.
Al principio me costó. Había días que sentía que no iba a pasar nada. Otros días soñaba con él y me despertaba llorando. Mariela estaba siempre ahí. Me escribía para saber cómo estaba, me explicaba lo que pasaba, me contenía como una hermana. No solo hacía su trabajo, también me sostenía emocionalmente.
Y entonces, al día 19, me escribió él. Después de más de medio año sin decirme una palabra, me mandó un mensaje que decía: "Soñé con vos anoche. ¿Estás bien?". No lo podía creer. Sentí que el corazón se me salía. Mariela me dijo que mantuviera la calma, que no me lanzara a decir todo de golpe. Que escuchara. Que lo dejara hablar. Y así lo hice.
A partir de ahí todo fue cambiando. Empezó a escribirme más seguido, luego me pidió vernos. Cuando nos vimos, lloró. Me dijo que había sentido un vacío tremendo, que nada lo llenaba, que la otra relación había sido una forma de huir, no de sanar. Volvió a casa un mes después. Volvió con sus cosas, con sus ganas de reconstruir lo que habíamos perdido. Hoy estamos en terapia de pareja, porque sabemos que hay heridas que sanar. Pero lo importante es que estamos juntos, de nuevo como familia. Nuestros hijos volvieron a vernos cenando juntos, riendo, mirándonos con amor.
Lo que hizo Mariela no fue solo traerlo de vuelta. Fue ayudarme a reconstruir mi dignidad, a recuperar mi voz, y a sentir que todavía era posible ser feliz. Por eso hoy escribo esto. Para las que están pasando por ese infierno. Para que sepan que sí se puede salir, que sí hay una forma de recuperar el amor, y que Mariela Gauna es una persona que trabaja con el alma. No es una estafadora, no es una improvisada. Es alguien que te acompaña, que hace el trabajo por vos, y que no te suelta la mano.
Estuve casada durante 19 años con el que pensé que era el amor de mi vida. Pasamos por todo juntos: la compra de nuestra casa, la crianza de nuestros dos hijos, enfermedades, peleas, reconciliaciones, momentos increíbles y también crisis duras. Pero a pesar de todo eso, un día llegó del trabajo, se sentó frente a mí, y sin ninguna emoción me dijo: "Ya no siento lo mismo". Así, seco. Como si me arrancaran el alma. Intenté hablar, entender qué pasaba, pero solo repetía que necesitaba "espacio", que ya no era feliz. Me dejó sola. Sin palabras. En cuestión de semanas, se fue de casa, pidió la separación legal y empezó a verse con otra mujer.
Yo estaba completamente rota. Me costaba levantarme de la cama, ver a mis hijos sin llorar, entrar en la habitación vacía. Mi familia me decía que lo dejara ir, que era un cobarde, que no merecía ni una lágrima. Pero ellos no sabían lo que era despertar todos los días con un vacío tan grande que hasta el cuerpo dolía. Luché durante meses con la esperanza de que se arrepintiera solo. Pero pasaron seis meses, y nada. Al contrario, lo veía cada vez más alejado. Una parte mía se rendía, y otra no podía dejar de pensar que aún había algo que salvar.
Un día, en un foro como este, leí sobre Mariela Gauna. No lo tomé en serio al principio. Pensé que era otro engaño, otra ilusión para quienes están desesperadas. Pero al seguir leyendo testimonios, noté que la gente hablaba de ella con una mezcla de respeto, cariño y agradecimiento que me hizo dudar. Entonces, un sábado a la madrugada, sin dormir y llorando en la cocina, le escribí. Le conté mi historia con detalles. Pensé que nunca me respondería.
Pero me respondió. Esa misma tarde. No con frases hechas ni respuestas automáticas. Me respondió con un mensaje de voz, con mi nombre, hablándome como si me conociera de toda la vida. Me dijo que entendía mi dolor, que antes de hacer nada necesitaba estudiar el caso y ver si era viable. Me pidió datos, fechas, nombres. Y me aclaró que ella no le dice que sí a todo el mundo, que solo trabaja si ve que puede ayudar. Me gustó eso. Me hizo confiar.
A los dos días me envió otro mensaje, diciéndome que sí, que ella veía posibilidades reales. Me propuso un amarre de amor, no uno genérico, sino personalizado, solo para mi situación. Me explicó que ella hacía todo, que yo no tenía que prender velas, ni hacer rezos raros, ni andar comprando cosas por ahí. Que lo único que tenía que hacer era seguir en contacto con ella, contarle cómo me sentía, y dejar que ella guiara el proceso.
Al principio me costó. Había días que sentía que no iba a pasar nada. Otros días soñaba con él y me despertaba llorando. Mariela estaba siempre ahí. Me escribía para saber cómo estaba, me explicaba lo que pasaba, me contenía como una hermana. No solo hacía su trabajo, también me sostenía emocionalmente.
Y entonces, al día 19, me escribió él. Después de más de medio año sin decirme una palabra, me mandó un mensaje que decía: "Soñé con vos anoche. ¿Estás bien?". No lo podía creer. Sentí que el corazón se me salía. Mariela me dijo que mantuviera la calma, que no me lanzara a decir todo de golpe. Que escuchara. Que lo dejara hablar. Y así lo hice.
A partir de ahí todo fue cambiando. Empezó a escribirme más seguido, luego me pidió vernos. Cuando nos vimos, lloró. Me dijo que había sentido un vacío tremendo, que nada lo llenaba, que la otra relación había sido una forma de huir, no de sanar. Volvió a casa un mes después. Volvió con sus cosas, con sus ganas de reconstruir lo que habíamos perdido. Hoy estamos en terapia de pareja, porque sabemos que hay heridas que sanar. Pero lo importante es que estamos juntos, de nuevo como familia. Nuestros hijos volvieron a vernos cenando juntos, riendo, mirándonos con amor.
Lo que hizo Mariela no fue solo traerlo de vuelta. Fue ayudarme a reconstruir mi dignidad, a recuperar mi voz, y a sentir que todavía era posible ser feliz. Por eso hoy escribo esto. Para las que están pasando por ese infierno. Para que sepan que sí se puede salir, que sí hay una forma de recuperar el amor, y que Mariela Gauna es una persona que trabaja con el alma. No es una estafadora, no es una improvisada. Es alguien que te acompaña, que hace el trabajo por vos, y que no te suelta la mano.
Cita de NOE.OK en marzo 28, 2025, 12:13 amEstuve casada durante casi veinte años. Tuvimos tres hijos, una vida construida desde abajo. Peleas, trabajo, momentos hermosos, y otros muy duros. Pero todo lo hicimos juntos. Hasta que un día, sin gritos ni escenas, él me dijo que ya no era feliz. Me quedé helada. No lo entendía. Me abrazó, lloró y se fue. Me dejó sola con los chicos, con la casa a medio terminar y un agujero enorme en el pecho. Los primeros días pensé que iba a volver. Después empecé a ver que salía con otra mujer. Me derrumbé. No sabía qué hacer ni a quién pedirle ayuda.
Buscando en internet encontré a Mariela Gauna. Le escribí entre lágrimas. Me respondió con calma, sin promesas vacías. Me habló con claridad, me explicó que trabajaba sola, que hacía un estudio previo y no aceptaba cualquier caso. Al poco tiempo me confirmó que veía posibilidades, y comenzamos un amarre. No tuve que prender velas ni hacer nada extraño. Ella se encargó de todo y me acompañó día a día. Me sostuvo como nadie.
A las tres semanas, él me llamó. Me dijo que soñaba conmigo, que no podía estar tranquilo. Volvió poco a poco. Hoy volvimos a estar en familia. Comemos juntos, hablamos, volvimos a dormir en la misma cama. Mis hijos recuperaron a su papá, y yo a mi compañero de vida. Le debo todo a Mariela.
Estuve casada durante casi veinte años. Tuvimos tres hijos, una vida construida desde abajo. Peleas, trabajo, momentos hermosos, y otros muy duros. Pero todo lo hicimos juntos. Hasta que un día, sin gritos ni escenas, él me dijo que ya no era feliz. Me quedé helada. No lo entendía. Me abrazó, lloró y se fue. Me dejó sola con los chicos, con la casa a medio terminar y un agujero enorme en el pecho. Los primeros días pensé que iba a volver. Después empecé a ver que salía con otra mujer. Me derrumbé. No sabía qué hacer ni a quién pedirle ayuda.
Buscando en internet encontré a Mariela Gauna. Le escribí entre lágrimas. Me respondió con calma, sin promesas vacías. Me habló con claridad, me explicó que trabajaba sola, que hacía un estudio previo y no aceptaba cualquier caso. Al poco tiempo me confirmó que veía posibilidades, y comenzamos un amarre. No tuve que prender velas ni hacer nada extraño. Ella se encargó de todo y me acompañó día a día. Me sostuvo como nadie.
A las tres semanas, él me llamó. Me dijo que soñaba conmigo, que no podía estar tranquilo. Volvió poco a poco. Hoy volvimos a estar en familia. Comemos juntos, hablamos, volvimos a dormir en la misma cama. Mis hijos recuperaron a su papá, y yo a mi compañero de vida. Le debo todo a Mariela.
Cita de REYNALDO.DF en marzo 28, 2025, 12:14 amMi pareja me dejó después de ocho años juntos. Sin discusiones fuertes, sin una infidelidad, sin motivo claro. Solo me dijo que necesitaba estar sola. Yo no entendía nada. Pensé que era una crisis. Pero con los días se fue alejando más y más. Me bloqueó, cambió de número, y desapareció de mi vida. Pasé por momentos horribles. Me quedé sin ganas de vivir, sin rumbo, sin poder dormir. Nadie me entendía.
Una amiga me habló de Mariela. Al principio dudé. Pero cuando le escribí y me contestó con ese tono cálido y directo, supe que no era como las demás. Me explicó todo, me hizo sentir escuchada. Me propuso un amarre personalizado y yo acepté. Durante el proceso, ella me sostuvo emocionalmente como nadie. Me explicó todo paso a paso.
A los 25 días, mi ex volvió a escribirme. Me pidió hablar. Nos vimos. Me dijo que me extrañaba desde el día que se fue. Hoy volvimos a estar juntos, y estamos mucho mejor que antes. Mariela no solo me ayudó a recuperarla: me devolvió la confianza, la fe y la felicidad.
Mi pareja me dejó después de ocho años juntos. Sin discusiones fuertes, sin una infidelidad, sin motivo claro. Solo me dijo que necesitaba estar sola. Yo no entendía nada. Pensé que era una crisis. Pero con los días se fue alejando más y más. Me bloqueó, cambió de número, y desapareció de mi vida. Pasé por momentos horribles. Me quedé sin ganas de vivir, sin rumbo, sin poder dormir. Nadie me entendía.
Una amiga me habló de Mariela. Al principio dudé. Pero cuando le escribí y me contestó con ese tono cálido y directo, supe que no era como las demás. Me explicó todo, me hizo sentir escuchada. Me propuso un amarre personalizado y yo acepté. Durante el proceso, ella me sostuvo emocionalmente como nadie. Me explicó todo paso a paso.
A los 25 días, mi ex volvió a escribirme. Me pidió hablar. Nos vimos. Me dijo que me extrañaba desde el día que se fue. Hoy volvimos a estar juntos, y estamos mucho mejor que antes. Mariela no solo me ayudó a recuperarla: me devolvió la confianza, la fe y la felicidad.
Cita de LANE.MH en marzo 28, 2025, 12:15 amMi marido me dejó después de 16 años. Había otra mujer. Mucho más joven. Me dijo que necesitaba una vida diferente. Sentí que me arrancaban el alma. Teníamos una hija, una casa, una historia construida con esfuerzo. Me quedé sola, sin saber por dónde empezar. No comía, no podía salir de la cama.
Encontré a Mariela por pura desesperación. Le conté mi historia y ella me escuchó sin juicio. Me propuso trabajar con un amarre de amor. Fue clara: no me prometió magia instantánea, sino un trabajo serio, profundo, profesional. Me mandaba audios todos los días, seguía el proceso de cerca.
A los 19 días, mi marido volvió a hablarme. Después de un mes, volvió a casa. Me pidió perdón. Terminó con la otra y se comprometió a reconstruir lo nuestro. Hoy estamos juntos. Nuestra hija volvió a reír. Yo volví a sentirme viva. Todo gracias a Mariela.
Mi marido me dejó después de 16 años. Había otra mujer. Mucho más joven. Me dijo que necesitaba una vida diferente. Sentí que me arrancaban el alma. Teníamos una hija, una casa, una historia construida con esfuerzo. Me quedé sola, sin saber por dónde empezar. No comía, no podía salir de la cama.
Encontré a Mariela por pura desesperación. Le conté mi historia y ella me escuchó sin juicio. Me propuso trabajar con un amarre de amor. Fue clara: no me prometió magia instantánea, sino un trabajo serio, profundo, profesional. Me mandaba audios todos los días, seguía el proceso de cerca.
A los 19 días, mi marido volvió a hablarme. Después de un mes, volvió a casa. Me pidió perdón. Terminó con la otra y se comprometió a reconstruir lo nuestro. Hoy estamos juntos. Nuestra hija volvió a reír. Yo volví a sentirme viva. Todo gracias a Mariela.
Cita de LYNN.VF en marzo 28, 2025, 12:16 amEstuvimos juntos 11 años. Once años de vida compartida. De saber qué comía, cómo le gustaba el café, qué lado de la cama prefería. Teníamos rutinas, detalles que solo tienen quienes construyen algo real. Pero todo eso empezó a cambiar después de la pandemia. El encierro, los miedos, la rutina intensa con los chicos… algo se rompió. Ya no hablábamos, ya no nos tocábamos, ya no nos mirábamos. Y una noche, sin aviso, me dijo que necesitaba “aire”. Pensé que se refería a salir a caminar, a cambiar de ambiente. Pero no. Se fue. Con una mochila y sin mirar atrás.
No me lo esperaba. Me quedé paralizada. Me decía que era por salud mental, pero a los pocos días me enteré de que estaba viendo a otra mujer. No me lo quería creer. Me parecía una pesadilla. Los chicos me preguntaban dónde estaba su papá y yo no sabía qué contestar. No quería hablar mal de él, pero por dentro me estaba rompiendo. Bajé 8 kilos. No comía. No dormía. Cada noche me acostaba abrazando su camiseta vieja.
Intenté todo. Le escribí cartas, le mandé mensajes, lo llamé. Nada. Me ignoraba o me respondía con distancia. Me decía que no quería hablar “de eso”. Fue ahí cuando encontré a Mariela. No fue algo planeado, fue en una noche de insomnio, en un foro. Leí comentarios de personas como yo. Que estaban hechas pedazos, que no encontraban consuelo. Y decidí escribirle.
Me contestó con un audio. Me habló con mi nombre, sin promesas vacías. Me dijo que primero tenía que estudiar el caso. Me pidió nombre, edad, signos, fechas, me explicó que no trabajaba con cualquiera, que si el caso no era viable lo decía con respeto. Me pareció profesional, y sobre todo, humana. Al otro día me dijo que sí, que veía posibilidades. Me propuso un amarre que ella haría completo, sin que yo tuviera que mover un dedo. Solo debía estar disponible para hablar con ella, contarle cómo me sentía, seguir el proceso con confianza.
Y así fue. Fueron días intensos. Lloré, dudé, me desesperé. Pero Mariela estuvo ahí. Todos los días. Me hablaba, me contenía, me explicaba lo que podía estar pasando. A los 12 días me desbloqueó. A los 19 me escribió. Un mensaje corto, pero lleno de lo que necesitaba: “¿Estás bien?”. Y de a poco, volvimos a hablar. Me pidió vernos. Nos vimos en una plaza. Lloró. Me dijo que me había extrañado todo ese tiempo pero no sabía cómo volver.
Hoy está de nuevo en casa. Con los chicos, con sus cosas. Volvió con otras palabras, con otra actitud. Y todo eso fue gracias a Mariela. Porque sin ella, yo no habría tenido fuerzas. No me devolvió solo a mi pareja: me devolvió mi lugar, mi casa, mi estabilidad. Volvimos a ser familia. Y eso no tiene precio.
Estuvimos juntos 11 años. Once años de vida compartida. De saber qué comía, cómo le gustaba el café, qué lado de la cama prefería. Teníamos rutinas, detalles que solo tienen quienes construyen algo real. Pero todo eso empezó a cambiar después de la pandemia. El encierro, los miedos, la rutina intensa con los chicos… algo se rompió. Ya no hablábamos, ya no nos tocábamos, ya no nos mirábamos. Y una noche, sin aviso, me dijo que necesitaba “aire”. Pensé que se refería a salir a caminar, a cambiar de ambiente. Pero no. Se fue. Con una mochila y sin mirar atrás.
No me lo esperaba. Me quedé paralizada. Me decía que era por salud mental, pero a los pocos días me enteré de que estaba viendo a otra mujer. No me lo quería creer. Me parecía una pesadilla. Los chicos me preguntaban dónde estaba su papá y yo no sabía qué contestar. No quería hablar mal de él, pero por dentro me estaba rompiendo. Bajé 8 kilos. No comía. No dormía. Cada noche me acostaba abrazando su camiseta vieja.
Intenté todo. Le escribí cartas, le mandé mensajes, lo llamé. Nada. Me ignoraba o me respondía con distancia. Me decía que no quería hablar “de eso”. Fue ahí cuando encontré a Mariela. No fue algo planeado, fue en una noche de insomnio, en un foro. Leí comentarios de personas como yo. Que estaban hechas pedazos, que no encontraban consuelo. Y decidí escribirle.
Me contestó con un audio. Me habló con mi nombre, sin promesas vacías. Me dijo que primero tenía que estudiar el caso. Me pidió nombre, edad, signos, fechas, me explicó que no trabajaba con cualquiera, que si el caso no era viable lo decía con respeto. Me pareció profesional, y sobre todo, humana. Al otro día me dijo que sí, que veía posibilidades. Me propuso un amarre que ella haría completo, sin que yo tuviera que mover un dedo. Solo debía estar disponible para hablar con ella, contarle cómo me sentía, seguir el proceso con confianza.
Y así fue. Fueron días intensos. Lloré, dudé, me desesperé. Pero Mariela estuvo ahí. Todos los días. Me hablaba, me contenía, me explicaba lo que podía estar pasando. A los 12 días me desbloqueó. A los 19 me escribió. Un mensaje corto, pero lleno de lo que necesitaba: “¿Estás bien?”. Y de a poco, volvimos a hablar. Me pidió vernos. Nos vimos en una plaza. Lloró. Me dijo que me había extrañado todo ese tiempo pero no sabía cómo volver.
Hoy está de nuevo en casa. Con los chicos, con sus cosas. Volvió con otras palabras, con otra actitud. Y todo eso fue gracias a Mariela. Porque sin ella, yo no habría tenido fuerzas. No me devolvió solo a mi pareja: me devolvió mi lugar, mi casa, mi estabilidad. Volvimos a ser familia. Y eso no tiene precio.
Cita de VIRGIL.VC en marzo 28, 2025, 12:18 amYo fui madre joven. Conocí al padre de mis hijos cuando tenía 21. Todo fue muy rápido: convivencia, hijos, trabajo compartido. Nunca fuimos una pareja perfecta, pero éramos una familia. Nos reíamos, salíamos a pasear, nos ayudábamos. Pero con los años, las cosas se fueron desgastando. Él empezó a pasar más tiempo afuera, a no querer hablar de nada, a evitarme. Se volvió agresivo en el trato. Duro.
Una noche, después de una discusión por dinero, me dijo que no quería seguir. Que no me amaba más. Y se fue. Así. Yo con los dos nenes durmiendo, y él saliendo con una mochila. No volví a verlo por semanas. Fue devastador.
Empezó a aparecer en redes con otra mujer. Una conocida del barrio. Me sentí humillada, desplazada, olvidada. Lloraba escondida para que mis hijos no me vieran. Pensé en todo. En abandonar, en rendirme. Hasta que una amiga me habló de Mariela Gauna. Le escribí. Le conté todo. Pensé que no me iba a responder, pero me respondió con un audio. Me habló con una dulzura que me hizo llorar.
Me explicó todo: qué necesitaba, qué pasos iba a seguir. Me propuso hacer un amarre. Me aclaró que no era brujería, que no se manipulaba a nadie. Que era un trabajo serio, ético, profundo. Acepté.
El proceso no fue fácil. Tuve muchas dudas. Me sentía rota, impaciente. Pero Mariela me acompañó todo el tiempo. Me habló todos los días. Me guiaba. Me decía que confiara.
A los 21 días él apareció. Vino a ver a los chicos. Me miró como si recién me viera por primera vez. Me pidió hablar. Lloró. Me pidió perdón. Me dijo que estaba confundido, que no sabía por qué había hecho todo eso. Que se sentía vacío.
Hoy volvió a casa. Volvió a hacer tareas con los nenes, volvió a besarme, volvió a cenar con nosotros. Mariela me devolvió la familia. Me devolvió la vida.
Yo fui madre joven. Conocí al padre de mis hijos cuando tenía 21. Todo fue muy rápido: convivencia, hijos, trabajo compartido. Nunca fuimos una pareja perfecta, pero éramos una familia. Nos reíamos, salíamos a pasear, nos ayudábamos. Pero con los años, las cosas se fueron desgastando. Él empezó a pasar más tiempo afuera, a no querer hablar de nada, a evitarme. Se volvió agresivo en el trato. Duro.
Una noche, después de una discusión por dinero, me dijo que no quería seguir. Que no me amaba más. Y se fue. Así. Yo con los dos nenes durmiendo, y él saliendo con una mochila. No volví a verlo por semanas. Fue devastador.
Empezó a aparecer en redes con otra mujer. Una conocida del barrio. Me sentí humillada, desplazada, olvidada. Lloraba escondida para que mis hijos no me vieran. Pensé en todo. En abandonar, en rendirme. Hasta que una amiga me habló de Mariela Gauna. Le escribí. Le conté todo. Pensé que no me iba a responder, pero me respondió con un audio. Me habló con una dulzura que me hizo llorar.
Me explicó todo: qué necesitaba, qué pasos iba a seguir. Me propuso hacer un amarre. Me aclaró que no era brujería, que no se manipulaba a nadie. Que era un trabajo serio, ético, profundo. Acepté.
El proceso no fue fácil. Tuve muchas dudas. Me sentía rota, impaciente. Pero Mariela me acompañó todo el tiempo. Me habló todos los días. Me guiaba. Me decía que confiara.
A los 21 días él apareció. Vino a ver a los chicos. Me miró como si recién me viera por primera vez. Me pidió hablar. Lloró. Me pidió perdón. Me dijo que estaba confundido, que no sabía por qué había hecho todo eso. Que se sentía vacío.
Hoy volvió a casa. Volvió a hacer tareas con los nenes, volvió a besarme, volvió a cenar con nosotros. Mariela me devolvió la familia. Me devolvió la vida.
Cita de WILLIAMS.CL en marzo 28, 2025, 12:21 amMi pareja me dejó de un día para el otro. Después de 7 años. Estábamos bien, o eso pensaba. Me dijo que se sentía confundida. Que necesitaba reencontrarse. Y después la vi con otro.
Estaba destruido. No quería levantarme de la cama. Leí sobre Mariela Gauna en un comentario. No me quedaba nada por perder. Le escribí. Me contestó con respeto. Me explicó todo. Hicimos el trabajo. Ella me contuvo en cada paso.
A los 17 días, volvió. Me pidió perdón. Me abrazó. Hoy estamos conviviendo otra vez. Volvió con más amor del que se fue.
Mi pareja me dejó de un día para el otro. Después de 7 años. Estábamos bien, o eso pensaba. Me dijo que se sentía confundida. Que necesitaba reencontrarse. Y después la vi con otro.
Estaba destruido. No quería levantarme de la cama. Leí sobre Mariela Gauna en un comentario. No me quedaba nada por perder. Le escribí. Me contestó con respeto. Me explicó todo. Hicimos el trabajo. Ella me contuvo en cada paso.
A los 17 días, volvió. Me pidió perdón. Me abrazó. Hoy estamos conviviendo otra vez. Volvió con más amor del que se fue.
Cita de MILTON.WS en marzo 28, 2025, 12:22 amYo estuve con ella 3 años. Nuestra relación fue hermosa, intensa, sincera. Pero de pronto empezó a alejarse. Me dejó. Sin razones claras. Se fue. Pero encontré a Mariela. Le conté todo. Me respondió con honestidad, me dijo que si ella sentía algo, iba a volver.
A los 22 días me escribió. A los 30, volvió. No hay palabras para describir esa sensación. Gracias Mariela, por devolverme lo que más amaba.
Yo estuve con ella 3 años. Nuestra relación fue hermosa, intensa, sincera. Pero de pronto empezó a alejarse. Me dejó. Sin razones claras. Se fue. Pero encontré a Mariela. Le conté todo. Me respondió con honestidad, me dijo que si ella sentía algo, iba a volver.
A los 22 días me escribió. A los 30, volvió. No hay palabras para describir esa sensación. Gracias Mariela, por devolverme lo que más amaba.
Cita de LINWOOD.NG en marzo 28, 2025, 12:22 amMi marido y yo llevábamos 10 años. Me dejó diciendo que la rutina lo había consumido. Empezó a salir con otra. Yo quedé criando a los chicos sola. La casa me pesaba.
No sabía a quién recurrir. Hasta que leí sobre Mariela. Le escribí sin mucha fe. Pero su manera de hablarme me dio esperanza. Me propuso un trabajo, y lo hicimos.
A los pocos días, volvió a hablarme. A las tres semanas, volvió a casa. Hoy vamos a terapia juntos. Los chicos volvieron a dormir tranquilos. Yo volví a respirar.
Mi marido y yo llevábamos 10 años. Me dejó diciendo que la rutina lo había consumido. Empezó a salir con otra. Yo quedé criando a los chicos sola. La casa me pesaba.
No sabía a quién recurrir. Hasta que leí sobre Mariela. Le escribí sin mucha fe. Pero su manera de hablarme me dio esperanza. Me propuso un trabajo, y lo hicimos.
A los pocos días, volvió a hablarme. A las tres semanas, volvió a casa. Hoy vamos a terapia juntos. Los chicos volvieron a dormir tranquilos. Yo volví a respirar.
Cita de SHANNON.HT en marzo 28, 2025, 12:23 amNunca me animé a contar esto, pero estuve con un hombre casado. Nos enamamos. Él decía que no podía dejar a su familia. Un día se fue. Cortó todo.
Me quedé en silencio. Perdida. Leí sobre Mariela, le escribí. Me escuchó, no me juzgó. Me ayudó. Hicimos un trabajo que respetaba el amor real.
A las semanas volvió. Dijo que ya no podía seguir fingiendo. Se separó. Hoy estamos juntos. En paz, sin escondidas. Todo gracias a ella
Nunca me animé a contar esto, pero estuve con un hombre casado. Nos enamamos. Él decía que no podía dejar a su familia. Un día se fue. Cortó todo.
Me quedé en silencio. Perdida. Leí sobre Mariela, le escribí. Me escuchó, no me juzgó. Me ayudó. Hicimos un trabajo que respetaba el amor real.
A las semanas volvió. Dijo que ya no podía seguir fingiendo. Se separó. Hoy estamos juntos. En paz, sin escondidas. Todo gracias a ella
Publicidad


