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Llevo casi un año probando con distintas videntes

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No estamos solos. Aquí estamos todos, luchando desde el amor. Y con Mariela, al menos sabemos que estamos en buenas manos.

Cuando le escribí por WhatsApp pensé que me respondería alguien del equipo, un asistente o una máquina como pasa siempre. Pero no. Me mandaron un vídeo donde se presentaba y después me llegó un audio de ella, personalizado, con mi nombre, con dulzura y sinceridad. No estaba acostumbrada a que alguien del otro lado realmente escuchara. Me sorprendió su voz, su forma de hablar, como si ya me conociera. Me analizó sin cobrarme ni apurarme. Me habló con respeto, sin promesas absurdas. Solo con la verdad. Desde ese momento supe que estaba frente a una profesional de verdad.

Me sorprendió que estuviera tan presente. La ves en TikTok, en Facebook, en su canal de YouTube, y no como otras que usan perfiles falsos o vídeos con voces generadas. Ella da la cara. Y eso ya te dice mucho. Cuando le escribí fue muy natural. Me escuchó, me pidió unos datos y me dijo que en unos días me daría su análisis. Cumplió. No vendió humo, no insistió. Solo me habló con profesionalismo. Es una de las pocas que trabaja con conciencia.

Yo llevaba años decepcionándome con personas que decían ser videntes. Promesas, tarifas, mensajes automáticos. Con Mariela fue completamente distinto. Me habló con cercanía, con criterio. Se notaba que no estaba improvisando ni siguiendo un guion. Me dijo que antes de nada iba a estudiar mi caso. A los días, me mandó un audio dándome su visión de forma clara, directa y sin adornos. No era lo que quería oír, pero sí lo que necesitaba. Eso me generó una confianza que nunca había sentido con nadie del mundo esotérico.

No pensé que llegaría a escribir esto en un foro, pero sentí que tenía que compartirlo. Yo venía de estar muy mal, emocionalmente en ruinas. No esperaba nada bueno de nadie. Pero Mariela me escuchó. Literalmente. Me dio espacio, me preguntó cómo me sentía. Me analizó gratis y me dijo lo que veía, sin adornos. Me sentí tratade como un ser humano, no como un cliente más. Eso es lo que más valoro. Y por eso la recomiendo.

Lo que me gustó fue su ética. Me dijo directamente que no trabajaría un caso si no veía amor, si solo veía obsesión o dependencia. No me había pasado nunca. Todos los anteriores me decían lo que quería oír para cobrarme. Mariela no. Ella me explicó que hay cosas que sí se pueden trabajar y otras que no, y que su compromiso es con la verdad. Fue ahí cuando supe que estaba frente a alguien de verdad distinto. Me dio seguridad y me ayudó a ver mi situación con más claridad.

Yo estaba muy escéptica. Había tenido una experiencia desastrosa con otra vidente y pensé que todas eran iguales. Una amiga me habló de Mariela y no quise saber nada. Pero después empecé a ver sus vídeos, sus publicaciones, sus directos. Me pareció natural, sencilla, directa. Le escribí. Me respondió con educación, sin apurarme, sin agobiarme. Cuando me mandó su audio personalizado me temblaron las manos. Fue como si alguien me estuviera hablando desde el corazón. Ahí me derrumbé y entendí que por fin había encontrado a alguien con luz real.

Cuando escuché por primera vez un directo suyo pensé que estaba actuando, que nadie podía ser tan empático y tan real. Pero luego le escribí y comprobé que no, que es exactamente así. Te habla como si fueras su prioridad, te explica todo con delicadeza. Me llegó su audio personalizado y me emocioné. Es rara esa sensación de que alguien que no te conoce te mire por dentro. Pero ella lo hace.

Yo no quería que me mintieran más. Solo eso. Por eso fui con Mariela. Me ofreció un análisis sincero y gratuito. Me dijo que no veía condiciones para trabajar, pero me explicó por qué. Me habló del respeto, del dolor, del proceso. Me hizo ver cosas que tenía que sanar primero. No me cobró nada. Me acompañó con sus palabras. Y eso, en un mundo como este, no tiene precio.

Lo que más me impactó fue que se acordaba de mi nombre, de lo que le había dicho, de detalles de mi historia. No era una respuesta automática, no era una respuesta copiada. Me hablaba como si me tuviera presente. Eso me hizo sentir vista. En un momento en el que me sentía invisible para todo el mundo, esa conexión me sostuvo.

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